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Principia el segundo bimestre de 2009 y todo parece indicar que la crisis financiera internacional continuará siendo la variable con la cual los mexicanos y el resto del mundo deberán afrontar un período prolongado. No obstante, es viable reflexionar en cómo ha venido afectando al principal activo de la empresa, "el capital humano"; y en su caso, cómo evitarle ingresar a la larga fila del desempleo.

Desde finales de 2008 la crisis económica mundial se extiende y parece no detenerse, esta situación inicialmente repercutió en un menor crecimiento de las regiones y países que las conforman, ya que a todos les ha afectado de manera distinta. En su momento no se comprendió que el inicio de una crisis de los mercados financieros se convertiría después en una "crisis de empleo global".

La Organización Internacional del Trabajo (OIT), basada en las proyecciones para la economía mundial del Fondo Monetario Internacional (FMI), señaló desde el último trimestre de 2008 que veinte millones de puestos de trabajo desaparecerán a finales de este año como resultado del impacto de la crisis financiera en la economía mundial, principalmente en los sectores de la construcción, inmobiliario, servicios financieros y vehículos automotores.

Por lo anterior, ya los distintos gobiernos, empleadores y trabajadores a nivel mundial se están ocupando de los efectos de la crisis en las personas, las empresas y el empleo. Por tanto, sólo basta recordar, por experiencias pasadas, que las crisis económicas sobrellevan graves consecuencias sociales y laborales que afectan de entrada a los que menos tienen, aumentando la pobreza y desigualdad, a menos que se implementen medidas globales y coordinadas para contrarrestarlas.

México no es la excepción, pues el Gobierno Federal desde principios de año ha realizado una serie de gestiones que buscan proteger el empleo y apoyar el ingreso de las familias. El "Acuerdo Nacional en Favor de la Economía Familiar y el Empleo para Vivir Mejor" es un claro ejemplo de cómo sus prácticas han repercutido positivamente en el apoyo al empleo, los trabajadores, las familias mexicanas, la industria y a las pequeñas y medianas empresas, pero aún falta mucho por hacer.

A pesar de esas y otras prevenciones consideradas también por el sector empresarial mexicano, parece que persistirá la baja de ingresos, el alza de costos y la pérdida de rentabilidad. Esta situación comúnmente propicia que el empresario decida tomar acciones a corto plazo como reducir costos, lo cual es muy laudable. Sin embargo, en muchos de los casos, es a través de la alternativa menos recomendable: mediante la reducción de su plantilla de personal, máxime si en ésta se sustenta la ventaja competitiva de la empresa.

Esa decisión debe valorarse concienzudamente, pues en la práctica es común que derivado de la escasa planeación por parte de los titulares de cada área de la empresa en la elección de los empleados a "recortar", no siempre se elijan los correctos, provocando una considerable disminución en su productividad y rentabilidad. Por lo que meses después se ven en la necesidad de volver a contratar personal con salarios más bajos, lo cual conlleva a conseguir gente sin la experiencia y talento necesarios para la operación exitosa de la empresa.

La nueva resolución implica en primera instancia una inversión de tiempo y capacitación para iniciar la curva de aprendizaje que ya tenían los que se "fueron", retrasando el alcanzar el ritmo de la operación con la cual venían laborando antes del "recorte de personal". De ahí que no en todos los casos resulte apropiado elegir el despido masivo o de "algunos" trabajadores, a menos que no quede otra salida y la dirección defina claramente las nuevas metas de la empresa, comunicándolo de manera transparente a los trabajadores.

Empero, aquí valdría la pena considerar una acción previa al "recorte"; esto es, preguntarse si los empleados que administran la nómina lo hacen apropiadamente, si el pago de impuestos y aportaciones de seguridad social y demás contribuciones que le son inherentes se calculan en forma correcta, si la parametrización del sistema informático para el procesamiento de la nómina se ajusta a las disposiciones fiscales y legales, etc.

Es muy probable que las respuestas a tales cuestionamientos no sean del todo afirmativas, generando para la empresa fuertes pérdidas de dinero tan significativas como la presunta reducción de costos presupuestada con el "recorte de personal". Lo anterior hace indispensable considerar la opción de realizar una valoración de la situación actual de la nómina, que luego de efectuar su corrección permita alcanzar un alto grado de precisión y por consiguiente, el anhelado ahorro u "optimización de costos".

Con esta acción, además de conservar a los empleados se estará en posibilidad de dar un buen respiro a las finanzas de la empresa, si no en la principal, sí en una de las deducciones fiscales más importantes de toda entidad. Además, en la experiencia práctica es tal el grado de ahorro alcanzado, que bien administrado en un futuro, podría considerarse una parte de él para remunerar mejor al personal actual o propiciarles excelentes condiciones de trabajo, incluso en herramientas e instalaciones.

El factor humano está evolucionando, ya no puede ligarse a la estabilidad laboral que regía los empleos de generaciones anteriores, la relación entre la gerencia y los trabajadores debe estrecharse aún más, expandir sus canales de comunicación para que aquélla promueva las condiciones laborales en que éstos puedan alcanzar mejores oportunidades y retos que fortalezcan su vínculo con la empresa.

Toda acción debe comprender una planeación para sobreponerse ante la crisis económica que nos aqueja, la cual garantice la seguridad de sus empleados y la operación cotidiana del negocio. Por ello, es urgente que el empresario continúe innovando en la creación de nuevas oportunidades para hacer negocios y aprovecharlas en beneficio de su empresa y la de su equipo de trabajo.