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Así vamos Pagar impuestos, sí pero ¿para qué?

Así vamos Pagar impuestos, sí pero ¿para qué?

Juan Castaingts Teillery

No hay duda de que necesitamos una reforma fiscal, tampoco hay duda de que los mexicanos necesitamos pagar más. Pero otro elemento clave y fundamental es qué se va hacer con nuestro dinero.

Uno de los problemas básicos de la dificultad de recaudar y de la fuerte evasión proviene de la profunda desconfianza que tiene la sociedad civil de sus gobiernos en el ejercicio del impuesto y del gasto.

La confianza es uno de los elementos esenciales en la sociedad económica moderna. A nadie le gusta pagar impuestos (de ahí su nombre) y éstos se pagan cuando hay un convencimiento de la necesidad social de los mismos y cuando se tiene confianza en que su gasto será el adecuado.

Desgraciadamente, los mexicanos tenemos largos y sobrados motivos para tener una profunda desconfianza.

El problema viene de décadas atrás y de la actualidad. Hay que recordar que el presente gobierno logró muchos votos en virtud de que prometió que iba a destapar la cloaca y que iba a castigar severamente a los corruptos. El caso es que nos prometieron "peces gordos", nos prometieron justicia y, hasta la fecha, solamente hemos visto caer unas pocas sardinas. Una de dos, o nos dijeron mentiras y el grado de corrupción existente era mucho menor al que pregonaban (cosa que pocos creemos), o hubo colusión que, por intereses políticos, se dejó de aplicar la ley en la forma en que es debida; esto último implica complicidad.

También es posible que las leyes estuviesen creadas de tal modo que los corruptos quedasen impunes, pero en este caso era una obligación vital presentar tal hecho, señalar las fallas legales y mandar las iniciativas adecuadas para corregir el problema; nada de esto se hizo. Por eso la desconfianza pasada alimenta a la desconfianza presente. Lo más grave es que durante el gobierno actual han sucedido muchos sucesos que alimentan aún más esa desconfianza estructural y añeja. Mencionemos algunos de ellos:
  1. La venta de Banamex y ahora la venta de Bancomer no sólo significan pérdida de soberanía, ya que la banca no es únicamente un negocio privado, sino que un bien social (el dinero es un bien social clave y las instituciones que lo administran también lo son) queda en manos extranjeras y con reducidos medios de control internos: primero, Bancomer ya no cotizará en la bolsa (con lo cual el público pierde información clave); segundo, las instituciones podrán acudir a instancias legales internacionales (ajenas a la soberanía nacional) en caso de conflicto; tercero, las autoridades mexicanas deberán explicarnos cuáles son los instrumentos de control crediticio y monetario que aún les quedan en sus manos. Pero en el caso que nos ocupa, tenemos el hecho de transferencias de propiedad y de control de gran valor, que no pagan un centavo de impuestos. Querer cobrar impuestos a las medicinas y alimentos al tiempo que se acepta dejar exentos a los propietarios que se beneficiaron ampliamente con el Fobaproa-IPAB, y ahora no pagan impuestos por ganancias muy elevadas, es injusto, ridículo y grotesco. Si la ley estaba mal hecha ¿por qué no se modificó a tiempo? Hay que recordar que los impuestos perdidos (por el no cobro en las transacciones del Banamex y del Bancomer) son más que lo correspondiente al Pemexgate que aún se encuentra impune. Cobrarle a los pobres y clase media, al tiempo en que se desgrava a los millonarios, no es una palanca para generar confianza.
  2. Muchos de nuestros impuestos se gastan en mera propaganda. Tenemos un gobierno-spot que actúa bastante en los medios pero que, después de tres años, no nos ha propuesto ni una política industrial ni una política de empleo ni una política regional, sino que su política consiste en dejar que el "sacrosanto mercado" se encargue de todo. Es el gobierno del "dejar hacer, dejar pasar".
  3. Hay una enorme cantidad de dinero que va a los partidos políticos; para todos, e incluso para un partido como el Verde Ecologista, la prensa nos atiborra de informaciones sobre el manejo poco claro de sus procesos.

  4. Necesitamos financiar a los partidos, pero no en la forma en que se hace hoy día. Además, el IFE, antes de confianza y ahora con fuerte pérdida de la misma, debería también justificar públicamente su alto presupuesto.
  5. La composición del gabinete rebosa de mediocridad pero tiene los salarios y compensaciones más altos de la historia. La teoría neoclásica y neoliberal que defienden dice claramente que su salario debería ser igual a su producción marginal.
¿Cuál ha sido la productividad de muchos de los miembros del gabinete?

Centro de Estudios Fiscales, S.C.

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