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Los seres humanos por naturaleza han tenido la necesidad de comunicarse desde sus inicios a trav�s de im�genes pictogr�ficas, posteriormente con jerogl�ficos hasta llegar a la escritura.

A trav�s de la escritura se pueden expresar ideas, sentimientos, conocimientos, propuestas; asimismo es como una huella digital que refleja el esp�ritu y personalidad de quien escribe. No en balde Arist�teles advert�a que "la escritura expresa el discurso y la concepci�n del alma".

Ya en la primera mitad del siglo XX, Ludwig Kagles observ� que la escritura representa la s�ntesis de dos procesos psicomotores: c.

1. Por un lado en el acto de escribir hay un movimiento imitador consciente cuando se emplean los signos convencionales del sistema escritural propio de cada cultura.
2. El otro movimiento es modificador inconsciente, donde el individuo imprime su sello personal en cada letra y en el manejo del espacio gr�fico.

Por tal motivo es impensable encontrar dos escrituras exactamente iguales, ni las de los falsificadores, ya que las personalidades id�nticas son inexistentes.

No obstante la milenaria aparici�n de la escritura, la grafolog�a o la interpretaci�n de la escritura, es relativamente reciente; no hay que olvidar que hasta antes de la aparici�n de la imprenta, el analfabetismo era el com�n denominador de la poblaci�n. En �pocas pasadas el aprendizaje y uso de la escritura estaban limitados a un n�mero peque�o de personas- por lo regular los cl�rigos- . Con la imprenta y la difusi�n de las ideas de la Ilustraci�n - la igualdad entre los hombres y el derecho a la educaci�n- se multiplicaron los escribientes y la variedad de caligraf�as, con ello naci� el "sentido grafol�gico" o actitud comparativa.

Fue en el a�o de 1628, cuando surge la primera obra de grafolog�a del profesor de filosof�a Camilo Baldo, aunque con un matiz m�s literario que cient�fico, este autor intenta relacionar el car�cter del hombre con la escritura. Sus ideas no tuvieron mucha aceptaci�n debido a que segu�a prevaleciendo el desinter�s por la escritura, es m�s algunos monarcas no sab�an escribir. Posteriormente, el suizo Lavater (1741- 1801); el franc�s E. Hocquart (1816), el alem�n A. Henze (1850), hicieron interesantes reflexiones sobre el tema y propiciaron que la grafolog�a encausara sus pasos hacia el sendero de la ciencia.

En 1875 Francia oficializa el nacimiento de esta disciplina con el Abate Michon, al publicar el Systeme de graphologie y el M�thode de graphologie. Michon examin� una gran variedad de documentos para comprender la "anatom�a de la escritura", subdividi�ndola en clases, �rdenes, g�neros y grupos que a�n hoy d�a se usan. Este autor advert�a que "�la grafolog�a no es adivinaci�n sino psicolog�a."

No menos importante es Cr�pieux-Jamin (1858-1940), quien retoma la obra de Michon y funda la escuela francesa de grafolog�a, entre sus trabajos destacan el "Tratado pr�ctico de grafolog�a", "La escritura y el car�cter" y "La edad y el sexo en la escritura".

El m�todo de Jamin se basa en principios b�sicos: la clasificaci�n de los signos en sus siete "g�neros", esto es:

1. La dimensi�n
2. La direcci�n
3. La forma
4. La continuidad
5. La presi�n
6. La ordenaci�n
7. La rapidez

Cada g�nero a su vez se subdivide en clases, as� una muestra grafol�gica requiere de un estudio concienzudo para evitar errores de interpretaci�n.

Las aportaciones de Alfred Binet, Ludwig Klages, Augusto Vels, entre otros, demuestra el inter�s por convertirla en una disciplina seria basada en la observaci�n, leyes, principios y en la comprobaci�n.

Desde entonces los conocimientos grafol�gicos han sido de gran ayuda para los profesionales que se dedican a la orientaci�n vocacional, a los pedagogos (grafolog�a infantil), como apoyo a los terapeutas (grafoterapia), a la selecci�n de personal (recursos humanos), en las ciencias m�dicas (detecci�n de enfermedades, forense, psiquiatr�a, neurofisiolog�a), en el �rea de derecho (pericia caligr�fica, grafos copia).

La interpretaci�n correcta de una muestra grafol�gica, permite descubrir en quien escribe, la capacidad creativa, las fluctuaciones en el estado de �nimo, la voluntad para alcanzar las metas, la constancia, la capacidad para relacionarse con los otros, las inhibiciones, el grado de control de s� mismo o si es explosivo, la actitud frente a los problemas de la realidad, si es confiado o desconfiado, la honestidad o la carencia de ella, entre otras muchas caracter�sticas del individuo.

En conclusi�n el acto de escribir no es un simple movimiento psicomotor, sino que a denota las caracter�sticas de la personalidad; hasta el signo m�s peque�o como lo es un punto es sujeto de interpretaci�n, ya que todas los componentes escriturales est�n relacionadas entre s� y expresan la din�mica mental de cada persona